dilluns, 19 d’abril del 2010

Fuera

Es extraño que puedan existir seres asociales, con una perfecta conexión con los seres sociales, aunque no con ellos. Formas de vida diferentes. Quizá los diferencie la coherencia. Una coherencia abrumadora, capaz de poner en común todas las opiniones, de reordenar el viejo desván de las mentes caóticas. Una coherencia tan vasta que no cabe. Sencillamente no cabe. Entre seres sociales sólo hay espacio para un individuo, la coherencia o el ser coherente. Por cuestiones prácticas, siempre ocupará ese lugar, la coherencia. El ser asocial hace las veces de narrador, jamás participa de la historia. Marca el camino, nunca lo camina. No cabe. El ser asocial comprende que la madura juventud es un ensayo de la vieja madurez. Así intenta hacerlo entender. Es la pizarra, aunque no el maestro. El bastón, no el caminante. No Cabe. El ser asocial se esfuerza en caber. No cabe. Comprende que es más útil su coherencia que su propio individuo. No cabe. El ser asocial se duele por ello, aún así, lo acepta. Sabe moverse entre el rebaño, acompañarlo, no es el pastor, es el perro. No entra en el corral, aunque sí en casa; duerme en el suelo. Es bien recibido por el rebaño, solamente en dosis saludables. No cabe. Es necesario, pero no cabe.

Soy uno de ellos.

dimarts, 13 d’abril del 2010

Enfermería vs. Medicina

Llegados a un punto de inflexión en el funcionamiento sanitario de este país, como lo es el hecho de que el personal de enfermería pueda expender recetas, cabe discutir ciertos puntos sobre la competencia, o la falta de ella, del personal médico.

Como todo habreis notado, unos más, otros menos, la visita a un centro sanitario es harto irritante, sea visita con cita previa o por urgencia médica. Nuestros amigos médicos, esto es una costumbre ya extendida, acostumbran a situarse tres peldaños sobre nosotros, con toda naturalidad, qué importa tu nivel cultural o tu sed por conocer, exceptuando, por supuesto, los extraños casos de humildad entre el colectivo (siempre hay un Martin Luther King en todo rebaño de hijos de la reputa).

Comparando, pues, el trato recibido, la competencia demostrada y, esto siempre es así, el ojo crítico con el que diagnostica el colegio de enfermería, con el maltrato, soberbia e inquina personal (vaya usted a saber porqué odian tanto a los llanos humanos que se esfuerzan por conseguir un plato de comida día a día) recibido, el 90% de los casos, por parte del colegio de medicina.

La discusión es inexistente, hay un punto en la educación de cada uno de ellos que marca su camino, de por vida: el colegio de enfermería inculca, siempre, la humanidad, el bienestar de la persona a atender, por encima de todo, en cambio, el de medicina inculca la superioridad, subraya la dificultad de aquello que aprenden y el don para decidir entre la vida o la muerte de un paciente, y, sí, digo paciente y no persona, ya que, el colegio de medicina, jamás reconocería a un ser humano bajo la piel de un paciente, un número, una máquina estropeada que hay que arreglar y, si no se pudiera arreglar, toca hacerla funcionar a ralentí hasta el fin de sus días ...

Quiero dejar clara una sola cosa, como en cualquier ámbito de la sociedad en la que vivimos, hay excepciones y, como no, las excepciones son las que mantienen la esperanza viva. Si esta situación llegara acambiar, se l odeberíamos todo a esas excepciones, pues habrían ejercido la presión suficiente para que ello funcione.

Otro apunte más, pediría al personal de enfermería que dejara de perpetuar el mito enfermera estúpida colgada de un médico imbécil, está demasiado visto y desprestigia un gremio que se ha ganado ese prestigio a base de esfuerzo y saber hacer.

Gracias de nuevo por vuestro tiempo.

PD: No hay links, porque el colegio de medicina mantiene google muy ocupado con elogios hacia ellos mismos, una dirección tras otra, su ego debe recibir alimento...